La Lealtad no se negocia

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𝐋𝐀 𝐋𝐄𝐀𝐋𝐓𝐀𝐃 𝐍𝐎 𝐒𝐄 ππ„π†πŽπ‚πˆπ€

No se suplica.

No se discute.

No se condiciona.

O estÑ… o no estΓ‘.

La lealtad es una decisiΓ³n del alma. Una promesa silenciosa que no necesita testigos. Es estar incluso cuando nadie mΓ‘s se queda. Es hablar bien de alguien, incluso cuando no estΓ‘ para escucharlo.

Es defender en privado lo que se respalda en pΓΊblico.

La lealtad no depende de las circunstancias.

No desaparece cuando las cosas se ponen difΓ­ciles.

No se esfuma cuando ya no hay beneficios.

No se quiebra ante la primera duda.

Porque la lealtad no busca conveniencia, busca coherencia.

Una persona leal vale mΓ‘s que cien que solo estΓ‘n cuando les conviene. Porque la lealtad se demuestra en lo invisible:

En lo que no se publica.

En lo que no se cuenta.

En lo que se hace sin esperar nada a cambio.

La lealtad no traiciona.

No inventa excusas.

No se rinde a la primera grieta.

Porque entiende que el verdadero vΓ­nculo se construye con verdad, con respeto y con firmeza.

Y cuando alguien es leal…Te lo demuestra con hechos.

Con silencio cuando toca guardar.

Con palabra firme cuando toca hablar.

Con presencia cuando todo se desmorona.

No te fΓ­es de quien es leal solo mientras le sirves.

FΓ­jate en quien se queda incluso cuando ya no le das nada.

En quien te defiende cuando no estΓ‘s.

En quien te cuida sin que se lo pidas.

Porque la lealtad no es una cadena.

Es un lazo invisible que se elige cada dΓ­a.

No por obligaciΓ³n, sino por amor, por respeto, por integridad.

Y si algΓΊn dΓ­a tienes que pedirla, es porque ya no existe.

La lealtad no se negocia.

Se tiene… o se pierde para siempre.

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